Aunque algunos lo denominan como una tendencia de moda, lo cierto es que la filosofía “Slow life” o “Movimiento lento”, llegó para quedarse y para compartir de su sabiduría con el fin de que las personas que deciden apostar a un cambio, puedan vivir una vida más plena, feliz y armoniosa.
Esta perspectiva invita a apreciar el momento presente y alienta a llevar una ritmo de vida más lento que la acelerada rutina habitual. También promueve la incorporación de hábitos, pensamientos, creencias, acciones y actitudes saludables en todas las dimensiones de la propia vida.
La filosofía “Slow life” implica cambiar la forma de mirar la vida, de construirla y de vivirla. Además, requiere integrar las buenas prácticas de lo moderno con las buenas prácticas de lo tradicional.
Por ejemplo, mientras que lo primero puede aportarnos tecnologías que nos ayudan a resolver problemas y encontrar soluciones entre otros aspectos positivos; lo segundo puede brindarnos la necesidad de estar aquí y ahora, de forma consciente, disfrutando y valorando lo importante y eligiendo relaciones, situaciones y acciones que nos ayudan y que ayudan al entorno en el que vivimos.
Entre otras cosas, esta filosofía fomenta la alimentación saludable, el consumo responsable, las relaciones sanas y conscientes, el cuidado ambiental, el contacto con la naturaleza y todo tipo de práctica que ayude a fortalecer el cuerpo, el espíritu, el estado emocional y la mente.
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